No me gustó nada, no había ese olor a hierba fresca o tierra para jugar. Árboles donde subirme para escapar de lxs humanxs que se acercaban a cotillear.
Lo único algo familiar para mí fue Sire, otra gata que está en adopción como yo.
Intenté en repetidas ocasiones acercarme a Sire pero al ser una desconocida para ella me bufaba constantemente.
Soy muy cabezona y por ello no desistí hasta que se hizo mi amiga. Me costó bastante ganarme su confianza pero ha merecido la pena.
Blanca y Samuel nos tratan muy bien pero yo todavía soy muy precavida con ellos por si acaso y como no me fío demasiado de los humanos en general, han pedido ayuda externa.
Y ahí comienza mi aventura, estoy en terapia felina. ¿Qué pasa, no sabes lo que es? Pues te cuento con mucho gusto.